¡Ay, Manolito!

Manolito Gafotas y su familia en la película Texto: Susana Aragón Fernández

Querida Elvira:

Lo primero quiero agradecerte la entereza y la fuerza que demostraste el otro día en Pamplona, adonde viniste invitada junto a Bárbara Blasco al festival literario feminista “Letraheridas”. La charla iba a empezar a las 19 h, pero una persona de la organización nos advirtió que se iba a retrasar porque os habíais quedado encerradas en el montacargas de la librería. Sí, dijo montacargas, no ascensor. Este pequeño detalle debió ser lo que hizo que quien podía resolverlo tardara un buen tiempo mientras el público permanecía en sus asientos a la expectativa. Pequeños avisos nos iban poniendo al corriente de cómo estaba la situación “ha llegado ya el técnico”, “parece que va a durar un poco más el arreglo…” Hasta que una hora después aparecíais por mitad de la sala, liberadas ya de ese diminuto espacio recibiendo un doblemente caluroso y afectivo aplauso. Y, venciendo el mareo, la claustrofobia y el agobio sentidos, comenzasteis la charla como si nada hubiera pasado. ¡Gracias!

Lo segundo que quiero contarte es que acabo de terminar tu libro “A corazón abierto” y ahí te he conocido un poco más y con esto, te aprecio todavía un poco más. Hace años nos leímos en familia todos los libros de Manolito Gafotas. Te lo confieso: amo a ese chiquito de las gafitas, de manera que unas simples gafas ya me despiertan simpatía. Y tras la lectura de “A corazón abierto”, he descubierto que si no eres tú Manolito, eres su hermana (perdona el atrevimiento). ¡Gracias por tus libros!

Lo tercero me resulta un poco más doloroso de contar. Se trata de algo que me ha pasado en el colegio esta semana. Soy tutora de 4º en un colegio de un pueblo muy bonito de Navarra. Me gusta compartir lecturas en voz alta con mis alumn@s, de la misma manera que hacía con mis hijos. Tanto en un caso como en otro la experiencia es de disfrutar y divertirnos, compartiendo personajes y aventuras.

Pues bien, ¿qué mejor que Manolito Gafotas para estos momentos en que la lectura se convierte en magia y complicidad? No llevamos ni tres capítulos leídos cuando ya varios de ellos han ido a la biblioteca del pueblo y han encontrado otros libros de ese pequeño de Carabanchel, que han leído entusiasmados. Solamente por esto ya creo que ha merecido la pena mi trabajo.

Este miércoles llega a clase D con dos libros de Manolito que traía de casa para enseñarme. Le digo que me encantan, que me los he leído todos y que justo ahora acabo de terminar otro de Elvira Lindo. Elvira, ¡que ya te conocen y te quieren!

Pero, de repente, en este tiempo alegre y soleado, aparece el nubarrón: la directora del colegio presencia la escena del niño enseñándome los libros y luego me dice que no le gusta Manolito Gafotas. Yo le digo que “a mí me encanta y me divierte un montón, y también a los niños y a las niñas de clase”. Y ella reconoce que antes también le gustaba, pero que ahora, esa forma de tratar a su hermano llamándole el Imbecil…, eso de las bragas sucias (se refiere a la compañera, “Susana bragas sucias”, que imagino que será porque la tal niña juega como una descosida y seguramente en casa le ponen faldas y por eso acaba con sus interiores llenos de tierra o barro)…, esos motes a los compañeros… Y es como recibir un jarro de agua fría. ¿Qué hago yo ahora con esa ilusión compartida de “regalarnos” un trozo del viernes para ese rato de Manolito?

Chica, Elvira, esto de la corrección política tiene pinta de acabar con la chispa de la vida, con el humor, con la diversión. Ya no sabe una cómo acertar. Me encanta saber (justo ahora acabo de enterarme, mirando en internet sobre ti) que recientemente te ofrecieron ser ministra de Cultura y que lo rechazaste porque prefieres ser libre “quiero tener derecho a opinar sobre lo que me de la gana, no tengo ningún interés en que me guste el fútbol, los toros… además no sabría mentir”. ¡Olé por preferir tu libertad, Elvira, olé por tenerlo tan claro!

Termino este escrito con una frase que dijiste en algún momento y que, aunque fuera de su contexto original, puede darme pista sobre cómo seguir: “En la vida no hay que ser mansos. Es mejor probar y equivocarse, y yo me he equivocado muchas veces

Te mando un cariñoso abrazo Manolita, digo Elvira.

Familias censurando libros

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