Derramo en tus revueltos cabellos que brillan al sol

el aroma de lavanda de los dolores cotidianos

y la emoción de pedalear entre las luces y las sombras de la arboleda.

Cae el perfume sobre las heridas de las manos envenenadas

por el odio, el mal deseo… la crueldad

Flota en el aire su belleza cubriendo todo daño, toda venganza, toda traición

Impregno tu cabeza del sabor salado del mar

y de las miradas luminosas de los niños

con sus juegos, sus carreras locas y sus risas

suspirando por que este instante nunca termine.

Acaricio tu frente perfumada, tus sienes y tu dulce nuca

con aceites del Nilo que guardaba para esta ocasión especial,

tesoros guardados con mimo en un secreto lugar

Porque hoy estás aquí, porque te irás

Porque ahora puedo

Porque mañana no estarás

Porque llega el momento.

Atrás queda ya el calor de las conversaciones entre olivares

Atrás el polvo de los caminos en las sandalias

Atrás la dulce mirada, la mirada brava, la amorosa

Enganchadas en las entrañas, las palabras espada y beso

Enganchadas la valentía y los saltos olímpicos sobre las normas

Enganchados los silencios y la oración continua

Lo mejor que tengo hoy es para ti, este perfume

que envuelve todo tu ser libre, radiante, firme

como el vuelo majestuoso de un ave

Porque hoy estás aquí, porque te irás

Porque ahora puedo

Porque mañana no estarás

Porque llega el momento.

Y aunque yo no lo entiendo, sé que volverás.

(En eso llegó una mujer con un frasco de alabastro que contenía un costoso perfume en aceite hecho de nardo puro. Ella rompió el frasco y derramó el aceite sobre la cabeza de Jesús)

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