
Photo by Jeremy Chen on Unsplash Texto: Susana Aragón Fernández
Juan de Yepes, en el siglo XVI a los cuatro años perdió a su padre y a los seis a su hermano, quedando su familia reducida a su madre, doña Catalina y su otro hermano, en una situación de gran pobreza, lo que les hacía buscar sustento como fuera. Solían rebuscar por los campos cualquier cosa comestible: berros, espárragos, acederas, hierbas…
Cuenta José Jiménez Lozano en El Mudejarillo una escena preciosa en la que este Juan, que con el tiempo sería San Juan de la Cruz, estando lejos de su tierra y su familia, en Andalucía, al saber que un arriero iba camino de Castilla, le encargó que pasara por Medina del Campo a saludar a su madre, a darle sus recuerdos cariñosos y además un regalo.
Así lo hizo el arriero cuando llegó a aquel lugar castellano. Preguntó por “la de Yepes” y de esa forma consiguió dar con doña Catalina. Ella al escuchar que venía de parte de su hijo, lo recibió emocionada, como si fuera su añorado Juanito. Le hizo pasar a la cocina. Le ofreció unas rosquillas y un vaso de agua. Con el corazón encendido le preguntó por la vida en Andalucía, las gentes, el clima, se preocupó por si estaría pasando frío su hijo, por si estaba contento allí tan lejos de los lugares de su niñez. El arriero le tranquilizó y a todo le contestó de forma favorable. Finalmente le dio el regalo de parte de su hijo: un pequeño paquete que abrió doña Catalina con manos temblorosas y muy azorada. El paquete contenía unas flores y unas plantas aromáticas que Juan había escogido con delicadeza para su madre, sabiendo que ella apreciaría bien. El aroma inundó la cocina y alegró el corazón de la buena mujer para una larga temporada. Con ese aroma venía el alma de Juan.
Saltando al siglo XXI, preguntados los niños a la vuelta al colegio “¿qué tal habéis pasado las vacaciones de Navidad?”, alborotados algunos quieren contar los regalos que han tenido. “¡Yo he tenido catorce regalos!”, “Yo he tenido regalos del Olentzero, de Papá Noel y de los Reyes Magos!”, “¡Yo todavía no he abierto los de Papá Noel!”… Muchos regalos. Quizá este año, por ser el de la pandemia, quizá tanto regalo esté compensando la falta de juegos en el patio del colegio por las tardes, la falta de celebraciones infantiles de cumpleaños, la falta de tardes de abuelos y nietos, la falta de planes de amigos… Y en esa felicidad inocente y en esa alegría, quieren contar, hablar de esos regalos. “Cada uno puede decir dos regalos, pensáis en uno o dos, los que más os hayan gustado”, dice la maestra, para que eso no sea algo interminable y por precaución por quienes se mantienen en silencio.
Cuando le llega el turno a Mei, con su voz cristalina y dulce dice claramente “yo no he tenido regalos”. “Pero puedes contarnos algo que hayas hecho que te haya gustado”. “Bueno, sí, he ido con mi familia a jugar a la nieve”. “Fijaros, esto también es un regalo: es un regalo precioso salir a la nieve y jugar con la familia”.
Plantas aromáticas que traen el alma del hijo amado.
Momentos de juegos en la nieve que encienden el corazón de niños y mayores.
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