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Texto: Susana Aragón Fernández
Estos días está mi madre toda irritada por un conflicto que está teniendo con su hermana, o sea, mi tía, a través del wasap. Llega la hora de comer y comenta, creo que por desahogarse, lo que está sucediendo en los comentarios que están cruzando entre ellas. ¡A cual peor1 ¿Cómo puede estar sucediendo algo así entre hermanas? ¿entre personas adultas hechas y derechas? Cada mediodía mi madre se sienta a comer y cuenta, con inquietud y desasosiego, lo que está pasando y que queda escrito, como tallado en una piedra, sin las atenuantes de tono de voz, gestos y miradas. Retumban las palabras peladas, ahí en el wasap, para leer una y otra vez y resentirse cada vez un poco más. Creo que nunca había visto a mi madre tan alterada. ¿Qué está pasando?
Lunes, un comentario. Martes, otro que lo agrava. Miércoles, otro wasap, como un dardo. Jueves, en la misma línea… Sé que ella lee y relee los mensajes y que cada vez está más afectada. Y yo pienso: “¡Qué manera de alargar un conflicto!” En casa no le conocíamos una situación así. Mi madre no suele enfadarse mucho, la verdad, y cuando esto ocurre, sabemos que ha de “explotar”, irremediablemente, como pasa cuando llega una tormenta: se ve venir y una vez que pasa el chaparrón, llega la calma. Lo mejor de todo es que al día siguiente no se acuerda de nada de la bronca del día anterior.
En cambio, ese lío que está teniendo con su hermana es como una tormenta mal resuelta, una tormenta encorsetada y dolorosa que empezó como una bolita de nieve en lo alto de la montaña y conforme va cayendo por la ladera ha ido haciéndose más y más grande, hasta ya resultar incontrolablemente enorme.
Con todo esto, mi hermana y yo estamos aprendiendo que es muy mala idea intentar aclarar un malentendido por wasap; que es muy mala idea intentar resolver un conflicto por wasap; que es muy mala idea decir cosas por wasap que nunca te atreverías a decir en un cara a cara. Las dos estamos procurando apoyar a nuestra madre y hasta estamos asumiendo el rol de entendidas en la materia, por esto del dominio de las nuevas tecnologías. “Mamá, es que el wasap es para quedar y así, no para grandes conversaciones”, “Lo mejor sería que quedarais a tomar un café”…
Pero luego recordé cosas que han pasado y que han sido muy crueles con algunas personas, como cuando en el grupo de amigas quisimos “eliminar” a Tania de nuestros planes y creamos un grupo aparte donde la dejamos fuera, con toda idea, para que no supiera dónde quedar ni qué hacer (¿por qué lo hicimos? ¿nos fastidiaba la naturalidad de Tania? ¿su éxito en todo?, no sé), o comentarios envidiosos que a veces han circulado por Instagram hacia otras personas cercanas… No, no somos angelitos ni somos quiénes para dar lecciones a nadie.
En estos pensamientos estaba cuando me llegó un mensaje de Iker, con quien he estado saliendo durante los últimos meses: “Cloe, vamos a darnos un tiempo, q todo esto va demasiado rápido para mí. Besos”. Y me quedé planchada. A la vez triste y a la vez enfadada. Y cuanto más lo pensaba, más me iba enfadando. ¿Así tira por la borda una relación de meses? Se libra de mis posibles lágrimas y de mi posible enfado con un cómodo wasap. Estuve tentada de responderle “Sí, será mejor dejar esta relación, si no tienes lo que hay que tener para decírmelo a la cara”. Pero después de todo lo que estoy viendo en casa, he preferido callar, tragarme mi enfado y mi tristeza e ignorar. A partir de ahora preguntaré a futuros novios: ¿cómo dejaste tu anterior relación? A ver…
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La verdad es que siempre me han dejado…
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¡Vaya! ¡Eso tiene que doler! ¡Ánimo, que seguro que no han acabado de descubrir tu grandeza!
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