Fotografía: http://www.diariovasco.com/san-sebastian/donostia-censa-aves-20171015003541-ntvo.html

Texto: Susana Aragón Fernández

No se ha movido del nido desde que hemos llegado. Ni un momento. Enfrente de nuestro balcón de este apartamento donde estamos pasando una semana de vacaciones, en un muro que no se sabe qué destino tendrá, ahí mismo, a pocos metros, una pareja de intrépidas gaviotas ha colocado su nido.  No podemos apreciarlo bien, ni podemos apreciar qué hay en el nido, porque durante todas las horas, todos los minutos de estos días una gaviota ha permanecido continuamente en él. Así que suponemos que está dando calor a unos huevos que imaginamos, a unos huevos de donde pronto saldrán sus polluelos.

Aunque siempre permanece una en el nido, son dos gaviotas las que están en esto. Es una pareja y mientras una se encarga de dar calor a los huevos y está siempre, siempre en el nido, la otra vuela, dejamos de verla muchas veces y otras veces vemos que aparece por el nido y le trae algo de comer a su compañera. De pico a pico. Una gaviota cuida a los huevos y otra gaviota cuida a la gaviota que cuida. Es un buen trabajo de equipo. No sabemos si siempre es la misma la que da calor y la misma la que vuela trayendo provisiones. Quizá hagan turnos. Para saber esto necesitaríamos una observación más concienzuda, del tipo de las de Rodríguez de la Fuente.

Desde la visión humana, lo más lógico parece ser el sistema de turnos, de manera que las dos gaviotas vayan intercambiando sus papeles y sus tareas. Así, ni se le anquilosarían las patas a la que permanece en el nido ni la que se encarga del aprovisionamiento se agotaría volando y volando y buscando comida para las dos.  Puede ser que lo estén haciendo así. La Naturaleza es muy sabia.  

Es un buen trabajo de equipo, digo. Cada gaviota hace lo que le toca cada vez. Cada una se vuelca en la provisión o en el calor sin llevar cuenta de lo que hace. ¿Que me toca sentarme en el nido y mantener calientes los huevos? ¡Pues lo hago con tranquilidad! ¿Que me toca salir del nido y recorrer la costa en busca de comida? ¡Pues lo hago y además busco los bocados que sé que más le gustan a mi compañera! Ninguna de las dos gaviotas lleva cuenta de lo que hace, no considera que hace más que la otra ni que lo hace mejor… Es un trabajo en equipo donde cada una está donde tiene que estar en cada momento. No hay reproches del tipo “yo te traje ayer mejor comida que la que me traes tú hoy”. Están a lo que están.  Se han alejado de la vida social que han llevado hasta entonces, de los viajes y del movimiento y ahora están centradas en lo que toca: pronto nacerán sus polluelos y nada es más importante que eso. Ninguna se empeña en ser más importante que la otra y no entran en competición. Cada día tiene sus quehaceres y sin más, los hacen.

Una noche la preocupación por uno de nuestros “polluelos” humanos me hizo levantar de la cama. Una vez solucionada la cuestión familiar, quise salir al balcón. Sabía que allí me la encontraría, como en cada momento de todos los momentos de las vacaciones. La vecina gaviota descansaba en el nido. Y fue muy bonito el descubrimiento de la gaviota compañera a un paso del nido, como haciendo guardia, protegiendo, cuidando y permitiendo el descanso de la otra. ¡Qué gran labor de equipo! La pareja de gaviotas, un perfecto equipo: cuidando, protegiendo, acompañando, dando calor, atendiendo a las necesidades… indistintamente y sin llevar cuentas, sin exigencias ni reproches, sólo con PAZ, dando cada uno lo mejor de sí.

Fotografía: Pedro Figueras

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