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Texto: Susana Aragón Fernández

Mi madre dice que con los buenos modales se llega a cualquier parte y que últimamente no es que se estén perdiendo, sino que no se han llegado a aprender…. y que esto le preocupa porque los buenos modales hacen que la vida sea mejor y, claro, si no se aprenden, es que la vida será peor. Esto comentaba el otro día, después de lo que pasó en ese bar en mitad de las fiestas de San Fermín. Mientras los mayores se tomaban el aperitivo en la terraza del bar, buscando la sombra, los niños jugábamos por los jardines, primero persiguiendo las pompas de jabón que hacía mi primo Aitor y luego escondiéndonos por los árboles jugando al escondite.

Yo sí que lo oí, porque estaba escondida cerca, detrás de uno de los setos, pero creo que los demás no, aunque no sé. La encargada del bar le pegó un grito a una de las camareras que atendía la terraza, un grito que oyeron todos los mayores de todas las mesas y que les dejó con esa preocupación que decía al principio. “¡¡¡¡Que no se pueden sentar donde les salga del C_ _ _!!!!” Y soltó esa palabra que lleva una Ñ y dos vocales iguales. Y era porque unas personas iban a sentarse en una mesa que había libre. Oí  ese grito y me alegré de no ser yo quien estaba intentando sentarse, me alegré de no tener a esa persona ni como madre, ni como maestra, ni como nada. Creo que la camarera también estaría más alegre si le hubiera advertido de otra manera y no así, delante de todos. Creo que los que querían sentarse no se sintieron muy bien y no sé qué habrían hecho finalmente porque yo salí corriendo a librarme en el juego del escondite.

Ahora sé por qué mi madre insiste tanto en los buenos modales.

Publicado en Diario de Navarra (versión impresa) el 14 de agosto de 2017

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