¡Qué hermosa eres!

Foto de Michael Mims en Unsplash Texto: Susana Aragón Fernández

Mi madre me dice que soy muy bonita, que mi cara le recuerda a una cereza tersa y brillante, de color intenso, como las del Valle del Jerte. También mi padre me lo dice, pero de otra manera: me lo dice con sus ojos, sonriéndome cuando llega después de muchas horas fuera de casa. Mis abuelos también me llenan de palabras lindas y eso me encanta. Incluso cuando me pusieron las gafas, cosa que me hacía sentir extraña, enseguida las palabras de unos y otros me tranquilizaron y pude verme bien bonita. Cariño mío, mi tesoro, vida mía, cielico, solete, linda Gabriela…

En septiembre cumplí 6 años y voy a un colegio cerquita de casa. Estoy muy contenta empezando a leer y escribir. Tenemos una maestra muy luchadora: quiere que todos, todos, aprendamos y lo intenta de una manera y de otra. A veces se enfada porque nos ponemos a hablar unos con otros y no le hacemos caso. Algunos se levantan sin permiso, etc y nos llama la atención. Otras veces nos cuenta cosas de su vida, eso me encanta y cada día la voy viendo más familiar. Si ha ido al monte nos trae conchas de caracoles para todos, o piñas, o castañas… Tiene genio, pero no da miedo. Todos los días cuando va a comenzar el colegio baja por la rampa con su bata color turquesa y su sonrisa, como si solo vernos le alegrara.

Un día en sus ojos vi un cariño grande, a pesar de que quiere dárselas de exigente y le dije que era muy bonita. Otro día nos hizo reír y también ella se rió con nosotros. Ayer pasamos un buen rato descifrando palabras e imágenes y lo pasamos realmente bien. Ella también disfrutó y se le notaba en la cara. Por eso al terminar la clase le dije “¡qué hermosa eres!”. Entonces, ella, sorprendida, como si nunca hubiera escuchado esas palabras o algunas parecidas, y a la vez contenta, me dijo: “tú sí que eres hermosa y además si con 6 años sabes decir esas cosas tan bonitas, ya tienes la mitad del camino recorrido para saber vivir. ¡Y yo que creía que tenía algo que enseñarte… la lección me la has dado tú!”. Yo no entendí a qué se refería y volví a mirarla pensando “¡qué hermosa es mi maestra!”.

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