Gratis


Photo by Markus Spiske on Unsplash Texto: Susana Aragón Fernández

Un día cualquiera de octubre, estando en clase de plástica, en un tono relajado y hasta con música de fondo, vibra el teléfono en el bolsillo de la bata turquesa de maestra y lo cojo pensando que podía ser la médico de mis padres. Pero no es ella, no es esa mujer marroquí de cuerpo pacífico que les atiende con una cortesía y un cariño que ha viajado de zonas más cálidas y tanto se agradece por estas tierras más frías. Es una voz de hombre: ¡Le ha correspondido un año de pan gratis por haber participado en el sorteo de Taberna!. ¡Qué ilusión me hace! La verdad es que siempre que en cualquier tienda me han dicho que pusiera mi nombre y mi teléfono en el ticket de compra para participar en cualquier sorteo (cesta de Navidad, jamón o lo que fuera), lo he hecho y lo he metido en la urna correspondiente. Esta vez, por primera vez, metí mi ticket y, no sé si por afán de dejar cada cosa en su lugar en mi nueva esencia ordenada (cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa, decía la abuela Juanita) o por añadir posibilidades, también incluí otro ticket que estaba abandonado en el mostrador y otro que estaba tirado en el suelo.

¡Chicos, chicas…. Acaba de tocarme un premio: un año de pan gratis! Dejan sus pegamentos, sus bolitas de colores y sus rotuladores y se sorprenden conmigo. Se alegran conmigo y yo con esas caras pequeñas tapadas con mascarilla, con esos ojos limpios. ¡Tenemos que celebrarlo! ¿Qué os gustaría que os traiga de la panadería? Y, como si de una evidencia se tratara, todos dicen ¡Paaaan! Me digo, claro, evidente, acabo de decirles que el premio es pan. Y H, una niña pequeña, atlética y muy viva sugiere “podrías traer también un poco de chorizo”. D, un niño grande y abrazable con cuerpo de oso, continúa con las sugerencias “o cabeza de jabalí”. Vale, pues, quedamos en que al día siguiente lo celebraremos.

Llevo los panes del día, olorosos y crujientes y el chorizo y la nocilla y con ello hacemos unos ejercicios matemáticos sobre preferencias: quién quiere bocadillo de chorizo, quién quiere de nocilla, quién quiere pan solo y quién no quiere nada. Con las cuatro variantes hacemos una tabla en la pizarra y finalmente preparo los bocatas con mucho cuidado, las manos recién lavadas, la mascarilla bien puesta etc y con mucha alegría los comemos en el recreo.

Un año de pan gratis. Pan gratis. Pienso en las cosas que llevo año tras año teniendo gratis. No me han llamado para darme la noticia y a veces ni me entero de todos esos premios: ¡Tiene usted todos los montes a su disposición, gratis! ¡Le ha tocado una vida de amaneceres y atardeceres gratis! ¡Acaba de tocarle el premio de tener cerca árboles refrescantes y oxigenadores que irán cambiando sus tonalidades con mucha gracia según las estaciones, creándole distintos escenarios para su día a día! ¡Aquí tiene el premio de las aguas del mar, con su espuma y sus olas, gratis para siempre y a su disposición para cuando quiera bañarse! ¡Le ha tocado el premio del río Arga: puede acercarse, pasear por sus orillas, contemplar sus patos, sus garzas y toda su fauna y flora, gratis, toda la vida! ¡Le ha tocado el premio de las buenas gentes que le rodean: ahí las tiene, disfrútelas!

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2 comentarios

  1. Menudo regalo nos acabas de hacer con esta entrada Susana, completamente gratis… Gracias
    La verdad es que tenemos mucho más de lo que nos falta pero no vivimos con esa sensación.
    Hace un tiempo decidí vivir en la abundancia y la opulencia,¡ por la cara!, antes de que sea demasiado tarde… Y de momento el maná no se ha secado. Como bien dices,tenemos tanto a nuestra disposición, tantos boletos premiados que lo único que escasea a veces es tiempo o ánimo para disfrutarlo.

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    • ¡Qué alegría me ha dado tu comentario, Maika! Me encanta esa decisión tuya que cuentas de vivir en la abundancia ¡por la cara! jajaja. ¡Qué sabiduría! Muchas gracias por comentar. Me anima a seguir compartiendo estas pinceladas cotidianas. Un gran abrazo.

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