La vida vaciada


Danie Franco on
Unsplash Texto: Susana Aragón Fernández

Le acompaña la brisa cálida de agosto cuando pasa entre los pinos. Las acículas crujen bajo su peso. Lleva una cesta de mimbre colgando de su brazo con unos tomates y una cebolla para la cena. La chicharra zumba recordando la sed de la tierra, mirando curiosa esos pasos lentos que hace años fueron ligeros.

Las venas recorren sus manos sobresaliendo como afluentes de un río azulado. Sus músculos van pegándose a sus huesos y las cavidades de su cuerpo están llenas de algo que solo algunas personas distinguen: lleva a Dios dentro. Sí, de tanto pedirle “lléname de ti”. Aunque sea difícil de entender y más difícil aún de demostrar, ha ido quedando vacía y el hueco que ha ido quedando lo ha ocupado Dios. Todos sus movimientos, sus intenciones, sus sentimientos destilan el perfume de eso que lleva dentro.

Cuando cocina, canta a Dios. Cuando come, le canta y le agradece.

Cuando limpia y ordena la casa, cada vez más costosamente, da gloria a Dios.

Pasea por las cercanías de su casa en busca de la belleza de los amaneceres y los atardeceres y disfruta de cada cielo porque todos reflejan a Dios.

Los libros en la balda del saloncito, las flores frescas en el jarrón, la fragancia de la huerta… todo le causa admiración.

Con esos ojos que siguen siendo soñadores ama a todos los seres: personas, plantas, animales. Cuida de todo lo que tiene posibilidad de cuidar y mima todo lo que tiene la posibilidad de mimar.

Crecieron sus hijos, crecieron sus nietos… pero aún puede regalar la ternura que siente hacia los niños, con esos de los vecinos que corretean por la plaza cerca de su casa.

Su silueta se dibuja risueña entre el perfume de las higueras, respira el soplo de Dios y lo refleja en la mirada y en la risa, en el entusiasmo y en el cariño que sugieren las arrugas de esa cara tallada por el sol, la brisa, las lágrimas, la risa, el mar y las montañas.

Ella vive la vida vaciada y generosamente llenada, como un cuenco de barro.


Aysegul Yahsi on
Unsplash

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