
Photo by Nariman Mesharrafa on Unsplash Texto: Susana Aragón Fernández
Siempre injustas las palabras que brotan de sentimientos envenenados
corrompidos por la envidia o el gran YO
Desprecios evidentes o sutiles, da igual,
son una patada
“aparta, deja paso que vengo yo”
Tonos agresivos, palabras duras… echar sal en la herida
Palabras intoxicadas
“no es tan elegante”, “inteligencia… poca”
palabras cargadas de ironía, burla, afán de ridiculizar
“parece un suricato”
Siempre injustas las palabras ponzoñosas
brotan de una fuente contaminada
Cuanto más miran los ojos al horizonte
más se llenan de luz y de amplitud,
de colores y atardeceres
más desaparece la porquería y el veneno
más se contagian del canto de los pájaros
más alegran la vida y los paseos
Echando al vertedero
las comparaciones, las frustraciones, las quejas,
los fracasos, la culpabilidad…
Respirando mares en calma o agitados,
limpios, llenos de sal y vigor
buceando en el pozo profundo del patio de la propia casa
descubriendo la maravilla de los peces de colores
Calentándose en un fuego que nunca se apaga
atravesando bosques oscuros con esa fuerza y ese calor
luz y pasión
en las noches frías
para al final llegar al descubrimiento:
Esos ojos que miras son sagrados

Photo by Marina Vitale on Unsplash
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