Conjugando el verbo AÑORAR

Foto familiar. Texto: Susana Aragón Fernández

A veces añoro las tardes de patio sin prisas, sin tiempos, sin meriendas y sin adultos, riendo

añoro los diferentes olores de las casas amigas, cual plantas aromáticas,

añoro las noches en un cuarto diminuto a orillas del Arga con la estufa encendida y sobre esta, el pijama

añoro el abrigo verde azulado de la abuela y su blanca cabellera volviendo a casa

Madre, tú añoras a tu abuelo, el señor Fernández, saliendo a recibirte a la parada de autobús del pueblo,

añoras el verano interminable de la niñez con olor a vacas, a heno, a frontera y a contrabando

añoras las noches con olor a tierra, las primas, los amigos por los caminos andando y riendo, yendo a los pueblos cercanos, a las fiestas de tira-pichón y acordeón.

Añoras también a tu padre, que muy pronto enfermó y marchó, dejándote un tatuaje de orfandad en tu piel sedienta, un tatuaje con forma de remonte*, su profesión y su afición, su gozo y su dolor (¡oh, aquella trepanación!)

Añoras el sonido de aquellos pasos al llegar de un partido y su olor mezcla de sudor, humo de cigarros y aire fresco de la calle.

Nosotros añoramos a los amigos que han sido hermanos, hermanicas, abuelas, padres, en el monte, en conciertos y teatros, en juergas y mil planes.

Añoramos la silueta del Moncayo y el sol intenso que pinta tan bello el cielo de la Ribera,

añoramos los picos de las cigüeñas sonando en las noches de verano.

Añoramos los encuentros espontáneos y no tener nada mejor que hacer que encontrarnos, sin agendas ni calendarios.

Añoramos las tardes de patio contemplando a los niños jugando,

madres y padres charlando como alegre bandada de pájaros

sonriendo ante el sudor risueño de los hijos

añorando una paz con formas onduladas y suave sonido del manantial.

Quizá mañana añore estos días, esta primavera, estos amores que hoy tengo cerca.

Es posible que con el paso del tiempo añores estos ratos plantando flores.

Puede que dentro de unos años añore la fuerza de esta salud silenciosa.

Seguramente en un futuro no muy lejano añoremos este calor de hogar.

Tal vez añoremos los sueños y las ilusiones de hoy.

Foto: Íñigo Purroy Cañada e Iñaki Porto

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