Siempre llega la primavera

Fotografías y texto: Susana Aragón Fernández

Corazón de Hugo

¡Mira mi disfraz de Mario Bros! ¿Ves el bigote? (sobre la mascarilla) Mira, toca. Es el día de carnaval en el colegio. Su cuerpecito de siete años desprende felicidad: brinca con la música, se desboca como un potrillo con el ritmo y sus brazos y piernas, todo entero es una gran sonrisa. Su corazón va a galope: ¡Mira cómo late, toca! Hoy el entusiasmo empieza por H.

Corazón de María Luisa y su hijo

El hijo, apesadumbrado y enternecido ve cómo día a día va perdiendo a su madre que ha entrado en ese callejón de esa enfermedad que le va borrando recuerdos y palabras. El corazón de María Luisa siente calor cuando su hijo le da la mano y la acaricia sin prisa, mirándole esos ojos hundidos en esas cuevas que fueron siempre su confianza y su alegría.

Corazón del padre y la hija

Han pasado largas horas en las urgencias hospitalarias. Tras la primera hora, una reacción del cuerpo le trae mejoría al padre pero ha de esperar. Al final la incertidumbre, la falta de claridad y la posibilidad de un ingreso despiertan su temor, su rebeldía y su decisión: ¡nos vamos a casa! Y esa noche escapan como niños que juegan y consiguen engañar al otro equipo. Al día siguiente el ingreso en el hospital es inevitable, pero la aventura y la risa del día anterior recuerdan la libertad, siempre presente.

Corazón de él y ella

Él se ofrece a llevarle la mochila pesada. Le acompaña, le cuida y vela por su paz. Él sale con ella al campo porque sabe que esa es su mejor medicina y se contagia de su entusiasmo al ver los campos ondulados donde crecen ya, verdes en diferentes tonalidades, los cereales y las habas. Descubren como por primera vez la maravilla de los almendros en flor: la alegría de su color, su aroma y el zumbido que desprenden.

Corazón de Carlos

Con calma, sereno, risueño, bromeando con ella y sus hijos, sus tesoros, agradecido, aceptando su final, alquimista que ha metido odio, maldad, barbarie, sinrazón en su alambique y lo ha transformado en reflexión, amor, esperanza y alegría. Se nos va en el día de San Valentín y nos envía flores a casa a modo de enamorada despedida con un mensaje: Siempre llega la primavera.

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