La hermana más hermosa

Qué paz 1999 - recortado

Fotografía y texto: Susana Aragón Fernández

Mi madre murió cuando yo tenía casi dos años. Por eso el único recuerdo que tengo de ella es lo que me han contado mi padre, mi hermana y los familiares. Esto y las fotos. Tengo especial cariño a una foto en que yo soy un pequeño bebé dormido sobre el pecho de mi madre que descansa en el sofá con su camisón blanco. Seguramente me habría alimentado y, siendo verano, nos quedamos descansando.  Mirando la foto veo que quien más descansa soy yo, la verdad. No sé si alguna vez en la vida volveré a tener esa paz de la que en aquellos momentos no era consciente y desde entonces añoro.

Cuando ella murió, mi padre se encargó de mi hermana, dos años mayor, y de mí. Los abuelos le ayudaron bastante, para que él pudiera trabajar y a la vez cuidarnos. Mi padre es un hombre de Ciencia, de los pies a la cabeza, y da clases de Física en la Universidad. Trabaja mucho en casa preparando sus clases, corrigiendo, investigando… y también tiene unos horarios que le han permitido acompañarnos mucho al colegio y a nuestras actividades extraescolares.

Mi madre era profesora de viola en la Escuela de Música. Y sobre todo, le encantaba cantar. Según me cuenta Pilar, la vecina del tercero, ella siempre bajaba las escaleras cantando alguna canción. Y, por lo que me han contado y por lo que he leído de algunos escritos que dejó, ella tenía un punto muy espiritual. Vivía la fe en su vida cotidiana, pero no como normalmente se entiende o se malentiende, la vivía totalmente de otra manera. Decía que de ahí le brotaba la LIBERTAD.

En muchos casos se suele identificar religión y normativa, frenos, dogmas, cumplimiento, mandatos, etc. Ella escribió en su diario que conocer de cerca las andanzas de Jesús de Nazaret le había dado un sentido, un saber cómo vivir, una alegría y una LIBERTAD nunca conocidas. Mucha gente le discutía esto y le ponía ejemplos (¡negativos, claro!) de lo que los seguidores de Jesús de Nazaret habían hecho en su nombre. Y ella siempre respondía que una cosa es decirse seguidor y hacer algo en nombre de alguien, y otra echar por tierra el origen, lo que Jesús fue y vivió. Decía que, como humanos, nos equivocamos una y mil veces. Y que a quien hay que mirar es a Jesús.

Mi padre nunca ha compartido esa parte espiritual de mi madre. La respetaba porque la quería mucho, pero le resultaba un misterio imposible de razonar, por lo que normalmente si se le preguntaba él hablaba de supersticiones y de agarraderos ante el vacío de la vida. Muchas veces sí que ha criticado y critica. A él no le vale lo que va más allá de lo racional. Le encanta poder argumentar, formular, dar una explicación científica a las cosas, a la vida. Y para mi hermana y para mí ha elegido una educación sin ningún contenido religioso. Él dice que cuando seamos mayores ya podremos elegir.

Yo hasta ahora tampoco había tenido ningún interés en nada que tuviera que ver con lo espiritual. Pero últimamente he leído algunos escritos de mi madre y me han llegado al corazón. No sé, me ha entrado una sed grande, es como si conectara con una búsqueda profunda. Ella se refiere a Dios como una madre o un padre que acoge a su hijo sin tener en cuenta ni sus cualidades ni sus defectos. No le importa ni su éxito ni sus títulos, sólo le importa que ES su hijo y vale. Y esto me ha recordado a la foto que comentaba al principio. Nunca me había imaginado que Dios podía ser como una madre o un padre. Realmente cuando alguien te quiere de una forma totalmente incondicional es cuando vuelas por el mundo y te conviertes en la persona que eres realmente, más allá de otras presiones o limitaciones.

Mi madre habla mucho de LIBERTAD, de la LIBERTAD de Jesús de Nazaret. Dice que fue un hombre que rompió con las normas religiosas y sociales de su época poniendo por delante siempre a la persona. Dedica bastante reflexión a un episodio que, de base, me parece de lo más cruel que se pueda pensar: una mujer fue condenada a muerte por lapidación. Su delito: el adulterio. Me he estado enterando y esto consistía en que semienterraban a la mujer y la gente empezaba a tirarle piedras hasta que moría a golpes. ¡De lo más bestial! Y es una práctica que en nuestro siglo (¡Mira que han pasado años desde entonces!) se mantiene en algunos países.

Pues en el episodio al que se refiere mi madre, Jesús ya se había hecho bastante conocido por sus enseñanzas y por lo que iba diciendo y haciendo y le preguntaron qué le parecía que lapidaran a aquella mujer. Jesús dijo una frase que desarmó a todos “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. A mi madre le maravillaba que con sólo una frase tiró por tierra el código penal y el código moral de su tiempo. Sin inmutarse ni sacar un arma, ni gritar. Sólo una frase. Ella decía que “tocó” el corazón de aquellos que iban a lanzar las piedras. Ninguno de los que estaban allí lanzó ninguna. Con esas palabras “salvó” a la mujer. Pero no sólo la salvó de los que iban a matarla, sino que con su mirada de aceptación y de amor la mujer se sintió valorada, querida y transformada por aquel desconocido que le habló.

Tal como vivió Jesús cada vez se le acercaban más personas que le necesitaban y esto generó mucha envidia entre los poderes civiles y religiosos. Vieron que, conforme la gente se acercaba a Jesús, su propio poder iba reduciéndose. Así que terminaron cargándoselo: lo mataron de forma horrible: clavándolo en una cruz. No importaba que no hubiera acumulado tesoros, no importaba que hubiera estado siempre cerca de los que sufrían, no importaba que hubiera liberado, sanado… Para los poderosos de la época era un competidor y se lo quitaron de en medio. Así se sorprende mi madre y ve en él un camino de LIBERACIÓN.

Yo empecé curioseando los escritos de mi madre y de ahí pasé a los escritos sobre Jesús de Nazaret y voy vislumbrando un camino que cada día me da más esperanza y LIBERTAD. Noto también una alegría hasta ahora desconocida.

Y mi padre, anonadado de lo que he comentado en las últimas conversaciones familiares llegó a decir el otro día “¡está claro que algún gen de tu madre se mantiene muy vivo en ti!”. Él, tan científico, tan profesor universitario y tan perdido en el terreno espiritual así lo dijo por dar una explicación a lo que no consigue explicar: ¡no, si al final va ser cosa de genética, jeje!

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