El pequeño latido

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Photo by Kyle Broad on Unsplash

Texto: Susana Aragón Fernández

Andy ha vivido lo de los Corralillos* con el Frente de Liberación Animal con una intensidad que no acabo de entender. Aunque yo intente contagiarme de ese entusiasmo y esa emoción de la lucha por los derechos de los animales, no acabo de apasionarme con ello. ¡Y mira que lo he intentado, porque todos los colegas están en ello! Llevan tiempo planeando acciones que tengan una repercusión en los medios. Todo por terminar con el maltrato animal.

Las últimas acciones son las de los Corralillos del Gas de Pamplona: esos corrales donde se alojan los toros que correrán cada mañana a las 8 en los encierros y que se lidiarán en las corridas de las tardes de San Fermín. Esas acciones las han vivido como la mayor aventura de los últimos años. Una auténtica motivación de cada tarde de mayo y junio. Juntarnos, tomarnos unas cervezas sentados en los adoquines del casco viejo y planear juntos todos los detalles. Salían muchas ideas: unas se iban descartando por disparatadas y otras se admitían para llevarlas adelante.  A mí eso de planear el incendio de los Corralillos ya me parecía demasiado y aunque dije “¡hala, no os paséis!” todos estaban emocionadísimos con la idea y no me hicieron ni caso. Yo desde ese momento fui participando cada vez menos y me he ido buscando otros planes porque éstos estaban como críos maravillados con su próxima hazaña.

Hacía tiempo que no veía a Andy tan motivado. No pensaba en otra cosa que en todo lo que querían hacer antes de los Sanfermines. Como si se le fuera la vida en ello. Así que yo no tenía ni un momento para contarle lo nuestro. Lo que nos estaba pasando. Lo que me estaba preocupando y que sólo había contado a mi amiga Patri, mi amiga de siempre. Desde que estoy con Andy he estado menos con ella, pero no importa porque tenemos una amistad que no se rompe: cada vez que nos vemos es como si nos reencontráramos dos hermanas.

Hace unos días le conté a Patri que creía estar embarazada porque llevo dos meses sin tener la regla. El primer mes pensé que sería por los nervios del final de curso, los exámenes, la abuela ingresada, las movidas de Andy y los demás… Pero ya pasaban más días y algo me decía que quizá realmente estaba embarazada. Patri no se lo pensó dos veces y me acompañó a la farmacia a comprar un test de embarazo. Nos fuimos a su casa y, en un momento de muchos nervios, salió positivo. ¡¡¡¿Embarazada?!!! Ay, madre! ¡Socorro! ¡No puede ser! ¿Qué voy a hacer? Estuve un buen rato llorando, nerviosa. Miraba de vez en cuando la rayita del test y volvía a llorar. Y Patri me acompañaba, también preocupada y bastante callada.

Mientras, Andy estaba volcado en su movida de defensa de los toros. Sus mensajes de wasap, sus comentarios…  Lo notaba emocionado con la adrenalina de lo prohibido. ¿Cómo se lo tomaría? ¿Cuándo cogería yo un momento bueno para decírselo?

Decidí pedir una cita con la ginecóloga. Fui sola, sí, porque Patri tenía clases y no me había atrevido todavía a decir nada a mis padres. La ginecóloga me hizo una ecografía y en el momento en que vi ese pequeño corazón latiendo quedé impactada. Me puse a llorar ahí mismo. ¡Ese pequeño corazón estaba latiendo! Era un pequeño corazón que iba a un ritmo diferente de  mi corazón. Al momento lo supe: estaba en mí, pero no era yo. Ese impacto echó por tierra toda mi ideología que tantas veces había gritado al viento: el derecho de la mujer de decidir sobre su cuerpo. Con ese latido supe claramente que ese ya no era mi cuerpo, sino que era el cuerpo de mi hijo o de mi hija. Él estaba alojado en mi cuerpo, sí, pero no era parte mía. Su genética y mi genética no eran la misma. Él estaba formado por una parte aportada por Andy y por una parte aportada por mí.

¿Cómo explicar esto a Andy, que seguramente me sugeriría no llevar adelante el embarazo? Y la idea de “no llevar adelante el embarazo”, o como eufemísticamente dijo la ginecóloga a modo de pregunta, si me planteaba “interrumpir voluntariamente el embarazo”, de repente me sonaron a tragedia y a mentira. Tragedia por poner fin a ese hijo que había empezado su vida y mentira porque según la decisión que yo tomara, su vida simplemente acabaría, no se interrumpiría, acabaría. Lo que se interrumpe vuelve a continuar, y lo que muere, muere, acaba. Ahora su corazón estaba latiendo: en mi mano quedaba la decisión de permitirle llegar a vivir o cortar su latido.

¿Qué hará Andy, defenderá también la vida de este bebé, de nuestro bebé? ¿Lo aceptará? ¿Querrá ser su padre?

* http://www.diariovasco.com/sociedad/animalistas-pasan-accion-sanfermines-sabotajes-pamplona-20180607164551-nt.html

noah-feto-de-12-semanas

Foto: https://nuestromundoalreves.wordpress.com/2014/03/04/noah-con-12-semanas-de-vida-le-esta-mostrando-al-mundo-el-valor-de-la-vida-humana/

gibran

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